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10 años de Movimiento Auténtico en mi vida

Hace más de 10 años que vengo practicando habitualmente Movimiento Auténtico, y sigo. Es ahora cuando quiero ofrecer lo que he ido aprendiendo a lo largo de estos años de la mano de mi maestra Bettina Waissman.

Creo que lo mío con esta práctica fue amor a primera vista. Todo lo que tenía que ver con el movimiento corporal, hasta entonces, me era algo dificultoso. Me costaba tomarme la libertad de mover el cuerpo como me apeteciese al ritmo de la música, sentía tensión y una exigencia de tener que hacerlo bien.

¿Cómo fue aquella primera experiencia para mí? Desde la música fui entrando en el maravilloso mundo del cuerpo, moviendo cada una de sus partes. Poco a poco aparecía el silencio y cerraba los ojos. No tenía que hacer nada en especial, no había una tarea, sólo estar. Cuando cerraba los ojos se me hacían más presentes el resto de sentidos. Iba teniendo encuentros con otros y a veces permanecía sola. Cada encuentro despertaba algo en mí y aparecía un movimiento interno que se explicitaba después externamente. Fue una travesía donde mi cabeza estaba presente con pensamientos juiciosos o que me narraban lo que iba pasando, y sin embargo, no me interrumpió. Iban viniendo sensaciones, imágenes, posturas y posiciones corporales que sin saber por qué eran importantes, me llevaban a lugares de mí. Lo que supe es que necesitaba seguir practicándolo. Y así fue.

Muchas veces me he preguntado qué me hace seguir. Ahora ya ni me lo cuestiono, sigo el impulso de continuar acudiendo a ese espacio. Incluso cuando estoy en un momento difícil, rememoro al grupo formando un círculo, el círculo que sostiene las experiencias que aparecen, veo a las personas que me acompañan con una mirada de aceptación.

Para mí es volver a casa, volver a mi casa, a mí. Descanso del mundo trepidante y ruidoso de fuera. Es presencia conmigo y con los demás, escucha. Es mi cuidado personal, como la ducha de cada día, o la comida, o el dormir. El espacio donde me alimento, me nutro. Es donde me acerco a la experiencia de vivir con los intermediarios que habitan en mi cabeza más sosegados. Es donde puedo reconocer mi propia voz , una voz que me guía, que me lleva por buen camino, una voz comprensiva, firme, clara, que me acompaña,… en la que puedo confiar, diferente al juez. Descubro mi olfato, mi oído, mi gusto y también unos ojos que a pesar de estar cerrados en algunos periodos, ven, y ven mucho. Los sentidos me guían hacia mí y abren espacios nuevos. Es un espacio donde me pongo en contacto con el mundo, me acerco a los demás y veo como me mueve o le muevo. Allí permanezco en una quietud placentera o camino por diferentes senderos. Aparecen imágenes, en ocasiones personales y en otras no. Formo parte de un cuadro a veces, de una pintura, de un todo donde me siento parte. Veo la armonía, la sincronía que se hace presente una y otra vez. Veo la belleza. Toco la delicadeza, la suavidad, lo vulnerable, la dignidad y la fuerza. Otras veces no hay imagen, ni emoción, hay movimiento simplemente y la fuerza de la experiencia directa.

Puedo explorar desde la aceptación, con el permiso de ser yo y la garantía de respeto a mis experiencias. Soy vista con dulzura, curiosidad, aceptación, sin juicio,… las miradas me sostienen y me dan el hilo que me permite ir lejos y poder volver después. Miro y aprendo a ver de una manera abierta. Veo otros mundos que se aparecen ante mi a través de sus cuerpos. Veo lo que hay dentro y lo que hay fuera, lo que se ve y a veces acaricio lo que no se ve.

En QÍ damos un lugar al Movimiento Auténtico a través de nuestros talleres. Os invito a que viváis esta experiencia.  Os puede acompañar en vuestro proceso personal y ser un lugar de para estar con vosotros.

¡Animaos! ¡Os espero!

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